Barcelona, éxito o fracaso
Me aceptaron en un congreso en Barcelona para presentar mi conferencia performática en torno a la cuerpavoz poética. No festejé. Cuando llegó el mail simplemente apoyé el celular en la mesa y pensé: esto es real. Después salté en el lugar y se lo conté a dos amigas que me ayudaron en el proceso de escritura del resumen y pude recién ahí ponerme contenta, sentirme orgullosa y con un arrebato de energía pensar en esta segunda parte del año con valijas y un viaje del otro lado del océano.
Con el pasar de los días esto obviamente mutó. Mi neurosis no me iba a abandonar tan fácilmente, menos ahora que tiene el espacio ideal para socavarme (hacer mierda, digamos) cualquier proyecto de manera fáctica.
Tengo miedo. Este viaje puede ser el fracaso más caro de mi vida. Más que Suiza. (mira lo que te digo) Pero este miedo tiene un lado b esta vez. Que sea un gran éxito y me demuestre así que todo este tiempo golpeando las puertas que siempre supe que jamás se iban a abrir para mí lo podría haber usado en confiar en mis proyectos, ideas, imaginarios y propuestas que destruí por falta de escucha.
Es claro que me viene a la cabeza parte de la teoría decolonial masticada que me hace creer que por producir acá estoy desarrollando un saber situado. Pero sin embargo, todos lo que piensan lo decolonial están en otros países...
No sé qué hacer. Faltan 20 días para que les de una respuesta. Mi sí depende de poder conseguir un pasaje que no me lleve a foja cero mis ahorros, que encuentre de una buena vez espacio y tiempo para ensayar y escribir y que mire a mis miedos a los ojos y les diga, por esta vez, por favor, déjenme dormir de un tirón toda la noche.