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Mostrando entradas de noviembre, 2022

Cantar a coro

Y sucedió el estreno.  Jueves 10 de noviembre, a las 17hs el presentador dijo mi nombre, leyó mi currículum al público mientras yo entraba a escena con mis cacharros listos para performatear mi conferencia-performance.  Temblaba en el camarín y en los auriculares sonaban los karaokes escritos porque suponía que en esos últimos minutos podría terminar de aprenderme la letra.  El poder de mi procastinación y neurosis pareciera no tener fin. Ni siquiera la fecha tope los inhibió. Porque rendericé el proyecto (renderizar es pasar de un formato de edición a mp4 por ejemplo) minutos antes de salir de la casa cargada del rollo de papel y los pies de micrófono y la valija llena de botellas atadas y objetos de la escena.  Me tomé el metro y puteé en colores por todas las escaleras que tenía que subir y bajar. Un taxi acá es carísimo y tarda más que el transporte público. Llegué, caminé, me perdí. Volví sobre mis pasos y ahí estaba el Instituto del Teatro. Quien me recibió se ...

Austeridad-Academia, Sincronía-Sonora

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Hay viajes en donde pasa de todo y viajes donde tenemos que em-pujar bastante para llevarnos alguna anécdota. Mientras recorría los pasillos de Ezeiza pensaba que a lo mejor este viaje podía ser así, de manera mecánica ir al congreso, presentarme, fracasar, quedarme una semana internada en museos y volver.  Hace un tiempo que siento que gran parte de mí está anestesiada. Que necesito estar de esa manera para cumplir con las obligaciones que siento encima. Por suerte mis trabajos no son alienantes, sino si a esta sensación de hiper responsabilidad ciudadanista le agregara la densidad de la rutina ya estaría explotando por el aire.  Como decía recorría los pasillos Ezeiza con una sensación de estar partida. Gran parte de mí quedó en Tigre, la rutina de sacar a Pepa al río, caminar para juntar 10mil magros pasos diarios (sí tengo un contador de pasos, las distancias en Tigre son muy cortas y necesito estimularme a caminar bastante sino me vuelve el dolor en la cadera que la cuare...

Con tres huevos duros se hace un flan argentino

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Me levanté temprano porque los sonidos del amor de las vecinas me despertaron de madrugada y dejaron con el sueño flojo. En ese estado entre la vigilia y el sueño pesado me vi en el congreso haciendo la performance que aún no terminé de escribir y me gustó. El karaoke que escribí para el abstract me divertía mucho y el tiempo después de cantarlo, o ladrarlo al micrófono lo sostenía con la respiración agitada como de quién contiene la risa. Me levanté y extraño guiño de la alarma sonaba "Malamente" de Rosalía. Llevé a la Pepa a la guardería de la vuelta de casa y estaba que entraba y daba marcha atrás con esas patitas flacas que me derriten el corazón. Ya le había dicho demasiadas veces que la iba a extrañar como para hacerle difícil la despedida. Pero vio que en el jardín había un pájaro descuartizado por los gatos de V y entró feliz, pendiente de su bolsa de comida. Volví a casa y pele la única zanahoria que quedaba en la heladera, la partí en bastoncitos, mientras tomaba ma...