Austeridad-Academia, Sincronía-Sonora

Hay viajes en donde pasa de todo y viajes donde tenemos que em-pujar bastante para llevarnos alguna anécdota. Mientras recorría los pasillos de Ezeiza pensaba que a lo mejor este viaje podía ser así, de manera mecánica ir al congreso, presentarme, fracasar, quedarme una semana internada en museos y volver. 

Hace un tiempo que siento que gran parte de mí está anestesiada. Que necesito estar de esa manera para cumplir con las obligaciones que siento encima. Por suerte mis trabajos no son alienantes, sino si a esta sensación de hiper responsabilidad ciudadanista le agregara la densidad de la rutina ya estaría explotando por el aire. 

Como decía recorría los pasillos Ezeiza con una sensación de estar partida. Gran parte de mí quedó en Tigre, la rutina de sacar a Pepa al río, caminar para juntar 10mil magros pasos diarios (sí tengo un contador de pasos, las distancias en Tigre son muy cortas y necesito estimularme a caminar bastante sino me vuelve el dolor en la cadera que la cuarentena estricta afianzó de tanto estar sentada frente a computadoras y micrófonos) Miraba los objetos de free shop y pensaba que todo eso lo tenía que pagar el doble debido a los impuestos tremendos con los que nos están cargando.  Este viaje lo pude hacer gracias a que de pronto entró dinero de unos trabajos de hace años, sino no me alcanzaba. La compañía de Despegar me cagó un pasaje y no me devolvieron el dinero aún, esto es para quienes no hemos hablado con frecuencia. Así que con el dinero justo, más los escasos 300 dólares que podemos gastar antes de que más impuestos se sumen (me toca el Qatar!) pensaba que iba a ser un viaje austero y nerd.

Los dos viajes en avión fueron así. Austeros y nerds. Parece que la cuarentena estricta ofreció excusas válidas a las compañías aéreas para quitar del vuelo cualquier vía de contagio posible, es decir cualquier elemento que implique estar sin mascarilla (barbijo, sí, pero escuché tanto "recordamos que el uso de la mascarillia es obligatorio a bordo del avión" que se me pegó) Cuestión que más se lleva una a la boca es la comida o bebida, hablo por mí. Sólo nos dieron una cena que a la hora argentina eran las 17hs. Cena al estilo pollo-pasta, juguito con suerte, porque a los pasajeros que estaban más atrás no les quedó otra que aceptar lo que había. Luego café y tampoco tenían más azúcar. Así que con el ayuno intermitente impuesto, me dispuse a ver alguna película para pasar el rato. Sueño no tenía y como el avión iba tan sereno ni siquiera me mareaba y tenía que recurrir a la pastilla de viaje. (ok, otra cosa que me llevo a la boca en el avión) Ví la última peli de Cohen Duprat. No sabía que la dirigían ellos o no me acordaba y en el medio de la peli, al ver esas locaciones tan de arquitectura minimalista pensé en "El hombre de al lado" y ahí me cayó la ficha. Tengo una memoria cada vez más empobrecida de toda la información que le inyecto en cada cuatrimestre. Además cuando terminó la peli me puse a escribir en la libreta que me dieron en el congreso de sociales, ideas y frases para la ponencia que traigo acá. Así que ahí tienen, austero y nerd por donde se lo mire. 

Llegué a Barcelona y tuve la sensación de que estaba en otro continente. Que no era Europa. No conozco tanto por acá, pero creo que Suiza, Berlín, Italia, sobre todo Roma y Milán me marcaron a fuego. Confieso que como este viaje me agarró de sorpresa no me preparé intelectualmente. Sólo un día busqué en Google Maps la distancia entre la casa donde estoy parando y la universidad y el teatro donde actuaré. Ahí ví que estaba muy cerca de la playa y me puse contenta. Fin. Nada de comprarme una guía o buscar y rebuscar en internet museos, teatros, festivales con los que coincidiría como había hecho en mis viajes anteriores. 

Tomé el bus y luego el metro (que conste que luego lo uso por el español neutro, pero releo esta frase y pienso, "ay ella, habla a lo español y recién estuvo 24 horas) caminé desorientada siguiendo el mapa que me había descargado en el celu y arrastrando la valija de 18 kilos (permiten 25, pero ya lo dije #austero) subí un puente enorme para llegar al departamento. Quien me alquila me había mandado un whatsapp que pude leer al conectarme los cinco minutos de wifi libre en el aeropuerto (#) y me decía que ya estaba en la casa y me esperaba. Llegué a la puerta, toqué timbre y nada. No había señales de que estuvieran. Le pedí al del bar de al lado si me prestaba señal para hacer un llamado y el chino que atendía hizo de cuenta de que no me entendía el español. A ver... osea... En Alemania me pasó, fui a un take away chino a comprar comida. Ellxs hablaban o chino o alemán. Imposible entendernos, casi que me dan dos platos del número uno porque yo les decía svai del ein. Qué importante son las preposiciones no? Volviendo a Barcelona. Había una chica sentada en la vereda tomando un café (no escribí bebiendo, por ahora) y cruzamos mirada y me respondió con una sonrisa. Me dio confianza para decirle si en el bar había wifi y me dijo, ay mujer que te presto mi móvil. ya te vi yendo y viniendo con la valija. Le expliqué que estaba afuera y no podía entrar y sin necesidad de mayores explicaciones me dijo, llama, llama.

Llamé, hablé, subí. Tres pisos por escalera con la valija austera. Premio a la austeridad! Mis locadores son una pareja de argentinxs de 27 años. Intercambiamos saludos y un breve charla de la que me quedo y comparto la frase, está re bueno vivir en Barcelona con 27 años. Ay de mí. Cachetazo a mi sentirme vieja, gastada, que busca silencio y se queja de sus vecinas que no paran de hacer quilombo de noche.

Como la habitación se desocupaba a las 15 y eran las 11, dejé mis cosas y me fui a la playa. A todo esto estaba con una sola hora de sueño. Todo hermoso con el avión pero el asiento del medio (si lo cambiaba a ventanilla tenía recargo de 6mil pesos #) Me prestaron una manta y ahí fui. Me compré dos bananas y un agua mineral y una bandeja de queso en fetas y lo fui comiendo mientras caminaba. No me había dado cuenta de que tenía tanto hambre. Claro... cuando me bajé del primer avión eran la 2am argentina y allá las 6am, tenía el estómago cerrado y un incipiente dolor de cabeza así que sólo tomé un zumo (# digo, olé!) y comí un paquete de pretzels. Llegué a la playa y ahí caí en cuenta de que estaba en otro país, con otras vistas, otros olores, otras costumbres. 

Me recosté en la arena y me quedé completamente dormida. Pasó en un momento una mujer ofreciendo masajes y le hice que no con el dedo porque me insistió bastante. Masaje no, dormir. Me dijo y se fue. Creo que dormí dos horas. El sonido de las olas del mar me relajó tanto que empecé a sonreír con un sentimiento de gratitud enorme. Pensé en lo cambiada que estoy a partir de compartir mi vida con Pepa. La conexión con la naturaleza que antes encerraba en museos y libros y casas de ropa, pues también soy fashionista en mis viajes. Me fui porque necesitaba caminar, estirar las piernas y el dolor de cabeza iba en aumento. Me adentré por unas callecitas y fui a dar con un bar estilo palermitano botánico esos angostos y largos con un patio interno. Como tenían wifi conecté el celu pero ya le quedaba poquísima batería y solo tenía la manta y la riñonera, nada de litio. Pedí una limonada pensando que el dolor de cabeza era malestar del hígado, le puse azúcar para levantar pero no aflojó. Caminar me había hecho bien así que volví a emprender la marcha. 

De pronto, en un edificio un cartel gigante que decía "Escuela de doblaje" y fue un balde de agua fría a esa sensación de estar de vacaciones después de cuatro años de no hacerlo. Me reí, le saqué una foto y seguí caminando. 

De pronto, en un edificio un cartel gigante que decía "SoundStudio. Doblajes, locuciones, publicitat" No me corrí del baldazo porque me dolía la cabeza y el agua fría hace bien, pero no le saqué una foto. Era demasiado. Encima a una cuadra de donde estoy parando. Sigo caminando.

De pronto, sentado en una reposera tomando sol con un quinto (no llegué a distinguirlo) boina y alpargatas el mismísimo Manu Chao. O alguien muy parecido a él. Me frené en seco. No soy cholula, pero a veces me desconozco. Pasa que justo hace unos meses M me dijo que creía que lo había visto en Colegiales y nos reíamos diciendo que tendría que habérselo chapado aunque no fuera. 

Entro a la casa y le digo a mi locador, 

-creo que acabo de ver a Manu Chao. 

-Ah sí, es vecino, vive en la esquina. Te vas a cansar de verlo. 

Claro que como ya tenía la habitación libre, me bañé, saqué algunas cosas de la valija y una vez que el celu descargó todos los mensajes empecé a responder "Llegué bien. La playa es hermosa. Soy vecina de Manu Chao"

Salí a caminar, el dolor de cabeza era peor, ni siquiera el ibuprofeno lo frenaba. Pero el aire ya fresco del anochecer sí. Tenía los ojos muy cansados y un par de ideas para la perfo en la cabeza que tengo que sí o sí resolver acá porque no podía traerlas en el equipaje sin pagar recargo. Ahí me acordé que R está viviendo y trabajando acá en sonido y le pedí a E su número porque no lo tengo. Al toque me respondió y pasó data y le digo 1) que soy vecina de Manu Chao 2) que la playa es hermosa y me responde, 

-ah! entonces vivís al toque del estudio donde trabajo. Sound... 

-jodeme, estoy parando en la otra cuadra. 

 

Y sólo habían pasado 19 horas de mi estancia en Barcelona. 

Entradas populares de este blog

Las caderas no mienten

Reflexiones en torno a las cartografías vocales de Davini

Los peces tienen lengua?