Empuja mujer, empuja que avanzar es empujar el espacio hacia adelante

                                               

Investigar es empujar ideas 

Para esta puesta en escena, porque esta investigación necesita materializarse en escena (después se puede pensar cómo, para cuántas personas, para quiénes y todo lo demás que hace al dispositivo escénico, pero vamos por partes)
Como decía para esta puesta en escena o para esta investigación necesito un entrenamiento físico acorde. Es decir, no como una instancia aislada y previa, con objetivos como por ejemplo bajar de peso (este será un tema recurrente en mi conexión con la danza, el cuerpo poético y viejos preconceptos, ya volveré sobre ésto) Necesito que sea parte del proceso. Por varios motivos, por falta de plata y de tiempo y porque estoy pronta a cumplir 43 años y el cuerpo no me responde como antes en sus períodos de recuperación y resistencia. 

Me pregunto entonces lo más básico y fundamental: ¿qué cuerpo necesito para ésta investigación-acción? ¿Es posible adaptarlo, acomodarlo o es mejor tener como objetivo entrenar un cuerpo disponible capaz de bailarlo todo? 

Durante muchos años me incliné por esto último y además de lesionarme con frecuencia, estar corta de plata para pagar las clases y además las obligaciones de alquiler, impuestos, etc, me sentía siempre en déficit. Podía responder con lenguaje, eso sí, pero me faltaba técnica, tono muscular y lo más frustrante de todo siempre me sentía agotada, abrumada y con el cuerpo estresado (recuerdo sesiones de masajes en las que M me compartía que practicamente mi cuerpo le devolvía piñas cuando intentaba aflojarme en el masaje de lo alerta que lo tenía)
También se jugaba algo de mi identidad, como un silenciamiento de mi historia corporal porque siempre estaba entrenando para ser algo que no era, algo que sentía me faltaba o un ideal, una forma a la que quería trasladar a mi cuerpo. Si bien desde la mirada del afuera me manifestaban lo potente de mi presencia en el escenario, lo mucho que narraba, había tal separación entre la presentación de mi corporalidad y la imagen mental que autopercibía (tal vez hay, hace bastante que no estoy en obra y estoy segura sigo percibiendo de mí misma) que me limitó tanto a nivel artístico como en mi subjetivación. 

Tomarme fotografías o filmarme ayudaban muy poco, ahora me doy cuenta de que lo que tengo que hacer es trabajar con la imagen mental construida y marcada a fuego (ay esta cabeza que piensa en obras, trabajos, como si fuera una obrera corporal...) 

Entrenar es empujar los límites
 
En el gimnasio empecé a entrenar dos conceptos que polemizan desde diversos campos de estudio, teorías y métodos: el empuje y la tracción
Se emplean en acciones cotidianas (como ir de compras y empujar un changuito vacío o lleno, fregar el suelo...) y extracotidianas (en mi caso tomo al remo con actividad recreativa, por lo tanto extracotidiana) Pero también a niveles sutiles como son el habla y no conscientes como la respiración. Si a esto le agregamos la valoración social y pseudo espiritual (o más bien desde el territorio de lo "motivacional" bastante de moda en estos días) que lo aplica a veces como resistencia o resiliencia de manera indistinta ("qué empuje tiene esta mujer! qué polenta, con todo lo que le pasó tirá siempre para adelante...) 
Me encuentro en una zona de tensiones vacías o malas aplicaciones de estos conceptos o confusiones que a veces desencadenan en sobreesfuerzos y lesiones. 

Remar, a fin de cuentas es empujar agua

Apenas me mudé a Tigre, Pepa, mi perra, se hizo amiga de V y F, su humanx, resultó ser un remero entusiasta de todas las épocas. Un día conversando en el río mientras nuestras perras olfateaban o comían vaya a saber qué resto de cuál parrilla, me dijo serio, al final hay que tener en cuenta que cuando remás estás empujando agua. Siempre me acuerdo de eso. 

Por eso, mi propuesta o pregunta/problema que le da un impulso a esta investigación no es conciliar las ideas entre los campos (cada quien lo usa y acomoda como mejor le cae, ya he leído en tantos papers como se retuercen o apropian conceptos huérfanos de academia...) o limpiarlos, volverme purista del cuerpo y la voz en acción, sino habitar la corporalidad y la vocalidad (tal como explican López-Ibor y Zumthor, cree un archivo de drive donde volcaré la bibliografía consultada y las citas para que este espacio del blog sea un híbrido de academia, praxis y bitácora)

Quiero investigar el resultado acústico (qué le pasa a la voz humana) en un cuerpo entrenado para el empuje y la tracción y cómo las variaciones y la alternancia de las fuerzas que operan tanto física como química y emocionalmente pueden devenir en performance poética

Quiero percibir, estar en proceso, entrenar, escuchar y no juzgar. No pretendo una o varias respuestas, mi planteo es estético y también antropológico. La pregunta más honesta que podría hacer después de todo esto sería, ¿por qué carajo los bailarines no hablan cuando bailan, y si lo hacen se limitan a suspirar, gritar o gemir?

Pensar/entrenar es empujar y hacer bailar las ideas


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