Sólo por poner a jugar a mi artista, es una promesa que me digo
Este año me decidí a dejar de lado las voces que me enclaustran. La academia me dio el refugio que necesitaba, pero si sigo ahí creo que no voy a poder volver a salir. Asi que me animé a presentarme en audiciones.
Vienen recuerdos de mi estar en escena. Lo difícil que me resultó a mi humanidad, la competencia y desprecios que me llevaron a tener una recaída en mi relación con la alimentación y mi imagen corporal. Esta vez con más herramientas. Reprimiendo muchas veces la reacción compulsiva o autoagresiva. Pero otras no.
Me prometí que inhibiría en el instante previo. Al menos trabajaría en eso. No en la represión, sino en la inhibción. Frenar ahí, de cara al síntoma. Intentar poner palabra, voz, cuerpo, imagen o movimiento. A veces me salió. Pero otras no.
Es un viaje en zigzag.
En una audición no quedé. Me resultó un poco chocante ver en YouTube que sólo tuvo una vista. No sé si fue mía incluso. Pero me gustó mucho hacerla. Volvió a mí toda mi historia como estudiante de actuación. Incluso por momentos escuchaba las indicaciones de la N que me decía qué hacer. La negativa como respuesta me dolió. Ahí inhibí. ¿Qué me dolía más? y pude "disfrutar" ese dolor, entendiendo que había sido un no a un deseo. O sea... volví a desear estar en escena.
La otra, la entregué ayer. Tiene cinco vistas. Creo que son todas mías. Por tuve que volver a verla varias veces -otras porque entré a chequear si tenía vistas de la gente de la convocatoria. Me dió un poco de pudor lo que hice. Pero también porque eso que les compartí es algo muy mío. Algo que me mueve en la escritura de Mi Elefante Rosa. Una llave de acceso a mi historia corporal y dancística.